07 mayo 2016

La Dehesa Boyal




cerca de Madrid hay un precioso bosque, una antigua dehesa de 200 hectáreas. Hoy, abandonada la explotación de los recursos naturales, la dehesa recupera frondosidad entre ejemplares centenarios de gran porte y juveniles. Junto a las encinas, también hay chopos, majuelos, algún quejigo, concentrados a lo largo del arroyo Calverón.


Esta zona es fronteriza con el gris urbano y recibe por tanto mucha presión humana. La gente sale de las sendas establecidas y genera mucho ruido. La práctica de deportes (corredores y sobre todos ciclistas) erosiona el bosque y molesta a la fauna, algo a lo que de momento no se ha puesto coto. No obstante en general, el respeto al medio ambiente ha aumentado. No están tan lejos los días de las barbacoas, la música a todo volumen y las bolsas de basura en medio del bosque.

Por desgracia, aún quedan maleducados que desprecian el bien común y la naturaleza, y nos obligan al resto a recoger su basura.


Cada vez que llevo la basura al contenedor, a veces cargando con ella durante varios kilómetros, me pregunto cómo ha llegado cada uno de esos objetos hasta allí. Recipientes de bebida y envoltorios de comida arrojados por gentuza, ... forman parte de la "fauna detritus" más habitual. Restos de plástico proveniente de vehículos u obras, tampoco es novedad. Pero, ¿qué hacen dos pelotas de tenis en lo más intrincado del bosque? ¿y qué me decís de una guía en alemán del Museo de Escultura Clásica de Munich, abandonada bajo una mata de cantueso?



Aún somos un poco puercos, bastante más que los jabalíes de nuestra Dehesa Boyal.

1 comentario:

  1. aún queda tanta gente con mentalidad del siglo XX en el siglo XXI ...

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